POEMAS
EN QUECHUA DE:
José María Arguedas
José María Arguedas
"IMAN GUAYASAMIN"
¿Maypachamantan
Guayasamin kallpayki oqarikun?
Qaqchaq urpi, yawar
qapariq
¿maypachamantapunin ukupacha kanchariq ñawiki
cielo
kañaq makiyki?
Uyuriway, rauraq wayqey.
Ñakay pacha
mitata
runa kiriq punchauta,
waqachiq tuta
runa, runa mikuq
uyanta,
wiña wiñaypaq churanki
mana pipa kuyuchiy
atinanta
¡maykamaraq changanki!
Runa wagacun
wayrapa
kallpanta mikuchun,
qan rayku.
Wayasamin sutiyki
intipa
quepa ñeqen churinkunapa qaparisganmi
Quito muyup apu
wamanikunapa katatatasqan
waqascan, riti mirasqan,
cielomantapas
astawan sinchi sombran.
Manan chayllachu:
Estados Unidos,
China, Tawantinsuyu
tukuy llaqtapi runakuna ñakasqanta,
imaymana
mañakusqanmanta
qan, rauraq waygey, qaparinki,
Apurimaq mayu
astawan hatun
astawan mana tanichiq simiwan.
¡Allinmi, waygey!
¡Estabín, Oswaldo!
QUE
GUAYASAMIN
¿Desde
qué mundo, Guayasamin, tu fuerza se levanta?
Paloma que castiga
sangre que grita.
¿Desde qué tiempos se hicieron tus ojos que descubren
los mundos que no se ven,
tus manos que el cielo incendian?
Escucha, ardiente hermano,
El tiempo del dolor,
de los días que hieren,
de la noche que hace llorar,
del hombre que come hombres,
para la eternidad lo fijaste
de modo que nadie será capaz de removerlo,
lo lanzaste no sabemos hasta qué límites.
Que llore el hombre
que beba el suavísimo aliento de la paloma
que coma el poder de los vientos,
en tu nombre.
Wayasamin es tu nombre;
el clamor de los últimos hijos del sol,
el tiritar de las sagradas águilas que revolotean Quito,
sus llantos, que acrecentaron las nieves eternas,
y ensombrecieron aún más el cielo. No es solo eso:
el sufrimiento de los hombres en todos los pueblos;
Estados Unidos, China, el Tawantinsuyo
todo lo que ellos reclaman y procuran.
Tú, ardiente hermano
gritarás todo esto
con voz aún más poderosa
e incontenible que el Apurimac.
Está bien hermano,
Paloma que castiga
sangre que grita.
¿Desde qué tiempos se hicieron tus ojos que descubren
los mundos que no se ven,
tus manos que el cielo incendian?
Escucha, ardiente hermano,
El tiempo del dolor,
de los días que hieren,
de la noche que hace llorar,
del hombre que come hombres,
para la eternidad lo fijaste
de modo que nadie será capaz de removerlo,
lo lanzaste no sabemos hasta qué límites.
Que llore el hombre
que beba el suavísimo aliento de la paloma
que coma el poder de los vientos,
en tu nombre.
Wayasamin es tu nombre;
el clamor de los últimos hijos del sol,
el tiritar de las sagradas águilas que revolotean Quito,
sus llantos, que acrecentaron las nieves eternas,
y ensombrecieron aún más el cielo. No es solo eso:
el sufrimiento de los hombres en todos los pueblos;
Estados Unidos, China, el Tawantinsuyo
todo lo que ellos reclaman y procuran.
Tú, ardiente hermano
gritarás todo esto
con voz aún más poderosa
e incontenible que el Apurimac.
Está bien hermano,
KATATAY
Yactay
puyus katatachkan
warmikunapa llaki puyu songonwan tupaykuspa.
¡Ama katataychu, llaki,
kunturpa sombranmi hamuykuchkan!
—Imapaqmi hamun chay sombra
aukikunapa sutinpichu
icha Jesus yawarninpa kamachisganchu.
Manchakunin, taytallay.
—Ama katataychu;
manan yawarchu
manan auki wamanichu; Intipa kancharayninmi kuntur rapranpi hamuchkan.
—Manchakunin, taytay.
Intiqa kañanmi, uywuakunata, kausayta.
Orqokunapis, may sacha sachakunapis
yarqasqa machaqway, Intip churin.
—Manan Intichu, sonqonpa kusiy, qapaq kanchariynillanmi
kunturpa sombra ñawimpi hamuchkan.
Manan Intichu; kanchariynillanmi.
¡Sayay, sayariy! Chay mana chanin kunturpa ñawinta
chaskiy; katatay paywan.
Hatun yunka sachakuna hina, kuyuy,
qapariyta kachaykuy.
¡Huñunakuychik, llaqtay runa
kanchiriywan katataychik!
Amaru yawarta upyaychik;
rauraq yawarqa kunturpa ñawinman chayanmi,
cieluta huntanmi tusuchinmi,
qaparichinmi, chay qori yawar.
Paqariy, taytay, vida, runachallay runa,
ancha kuyana.
warmikunapa llaki puyu songonwan tupaykuspa.
¡Ama katataychu, llaki,
kunturpa sombranmi hamuykuchkan!
—Imapaqmi hamun chay sombra
aukikunapa sutinpichu
icha Jesus yawarninpa kamachisganchu.
Manchakunin, taytallay.
—Ama katataychu;
manan yawarchu
manan auki wamanichu; Intipa kancharayninmi kuntur rapranpi hamuchkan.
—Manchakunin, taytay.
Intiqa kañanmi, uywuakunata, kausayta.
Orqokunapis, may sacha sachakunapis
yarqasqa machaqway, Intip churin.
—Manan Intichu, sonqonpa kusiy, qapaq kanchariynillanmi
kunturpa sombra ñawimpi hamuchkan.
Manan Intichu; kanchariynillanmi.
¡Sayay, sayariy! Chay mana chanin kunturpa ñawinta
chaskiy; katatay paywan.
Hatun yunka sachakuna hina, kuyuy,
qapariyta kachaykuy.
¡Huñunakuychik, llaqtay runa
kanchiriywan katataychik!
Amaru yawarta upyaychik;
rauraq yawarqa kunturpa ñawinman chayanmi,
cieluta huntanmi tusuchinmi,
qaparichinmi, chay qori yawar.
Paqariy, taytay, vida, runachallay runa,
ancha kuyana.
TEMBLOR
Dicen
que tiembla la sombra de mi pueblo;
está temblando porque ha tocado la triste sombra del corazón
de las mujeres.
¡No tiembles, dolor, dolor¡
¡La sombra de los cóndores se acerca!
—¿A qué viene la sombra?
¿Viene en nombre de las montañas sagradas
o a nombre de la sangre de Jesús?
—No tiembles; no estés temblando;
no es sangre; no son montañas;
es el resplandor del Sol que llega a la pluma de los
Cóndores
—Tengo miedo, padre mío.
El Sol quema; quema al ganado; quema las sementeras.
Dicen que en los cerros lejanos
que en los bosques sin fin,
una hambrienta serpiente,
serpiente diosa, hijo del Sol, dorada,
está buscando hombres.
—No es el Sol, es el corazón del Sol,
su resplandor,
su poderoso su alegre resplandor,
que viene en la sombra de los ojos de los cóndores.
No es el Sol, es una luz.
¡Levántate, ponte de pie; recibe ese ojo sin límites!
Tiembla con su luz;
sacúdete como los árboles de la gran selva,
empieza a gritar.
Formen una sola sombra, hombres, hombres de mi pueblo;
todos juntos
tiemblen con la luz que llega.
Beban la sangre áurea de la serpiente dios.
La sangre ardiente llega al ojo de los cóndores,
carga los cielos, los hace danzar,
desatarse y parir, crear.
Crea tú, padre mío, vida;
hombre, semejante mío, querido.
está temblando porque ha tocado la triste sombra del corazón
de las mujeres.
¡No tiembles, dolor, dolor¡
¡La sombra de los cóndores se acerca!
—¿A qué viene la sombra?
¿Viene en nombre de las montañas sagradas
o a nombre de la sangre de Jesús?
—No tiembles; no estés temblando;
no es sangre; no son montañas;
es el resplandor del Sol que llega a la pluma de los
Cóndores
—Tengo miedo, padre mío.
El Sol quema; quema al ganado; quema las sementeras.
Dicen que en los cerros lejanos
que en los bosques sin fin,
una hambrienta serpiente,
serpiente diosa, hijo del Sol, dorada,
está buscando hombres.
—No es el Sol, es el corazón del Sol,
su resplandor,
su poderoso su alegre resplandor,
que viene en la sombra de los ojos de los cóndores.
No es el Sol, es una luz.
¡Levántate, ponte de pie; recibe ese ojo sin límites!
Tiembla con su luz;
sacúdete como los árboles de la gran selva,
empieza a gritar.
Formen una sola sombra, hombres, hombres de mi pueblo;
todos juntos
tiemblen con la luz que llega.
Beban la sangre áurea de la serpiente dios.
La sangre ardiente llega al ojo de los cóndores,
carga los cielos, los hace danzar,
desatarse y parir, crear.
Crea tú, padre mío, vida;
hombre, semejante mío, querido.
guauuuuu... q poemas van directo al sentimiento m encantaria q publicaran mas para poder plasmarlos en mis tessis de tradiiciones apurimeñas
ResponderEliminararguedas aun muerto no deja de sorprendernos grasias por publicar su sentir es grato leerlo O:-)
ResponderEliminar